EL MALTRATO INFANTIL
¿Por qué matan los asesinos?
I.- A modo de prólogo
Nuestra Sociedad moderna ha alcanzado la cúspide de la prosperidad material; los avances de la ciencia a todos los niveles son exponenciales. El futuro está por escribir y lo más probable es que este progreso material y este avance científico continúe. ¿De manera indefinida?
Tenemos formidables retos como la contaminación del aire, del agua, la capa de ozono, y algo que es tanto o más sustancial ¿el Ser Humano está progresando como persona, tanto individual como colectivamente? ¿Podemos considerarnos más felices?
La pregunta tiene una respuesta muy compleja llena de luces y sombras y además no se puede generalizar a la humanidad entera, las diferencias entre los pueblos son abismales. Cometeríamos un error si siguiéramos generalizando.
Por ellos, analicemos solamente una parte del problema, el del comportamiento humano a escala individual y en el ámbito del mundo que consideramos desarrollado.
Una de las características más preocupantes de la Sociedad contemporánea es la violencia, que por otro lado ha existido durante milenios pero la que nos afecta al presente y al futuro más o menos inmediato es el estado actual de la cuestión.
Según la filosofía de Rousseau, el hombre es bueno, es la Sociedad la que lo pervierte; esta teoría es demasiado simplista.
Cada uno de nosotros, lleva en el fondo de su conciencia, las semillas del bien y del mal, los llamados pecados capitales, y por otro lado existen grandes condicionantes derivados de la herencia, del ambiente de las patologías graves o leves que padecemos.
¿Qué relación tiene todo este complejo entramado con la violencia?
Ni la mayoría de los enfermos mentales son violentos, ni la mayoría de los que tiene defectos neurológicos, ni la mayoría de los que han sido maltratados en la infancia son violentos.
Pero cuando estos tres factores se dan en un individuo este es muy vulnerable a la violencia y es muy difícil inhibir este impulso.
¿Por qué maten los asesinos, o por lo menos ciertos asesinos?
Hemos mencionado tres factores fundamentales que explicamos con algún detenimiento.
La experiencia de haber sido torturado en la infancia, sexual o físicamente cada día y durante años, lo cual deja una secuela imborrable en el niño y en el adulto y provoca innumerables complicaciones, pueden darse las condiciones para el ejercicio de la violencia.
Existe una inclinación aguda en los sectores económicamente marginales.
¿La pobreza es la causa de la violencia? Necesariamente, pero si se combina con el maltrato infantil, la drogadicción, el alcoholismo, o una enfermedad mental de los padres.
Existen causas endógenas y exógenas.
Por ejemplo, el cerebro experimenta un cambio importantísimo en el momento del nacimiento y el de su máximo crecimiento, que se da en los 25 años.
No hay más células en el adulto que en el recién nacido, pero si hay un cambio en el desarrollo del cerebro y en su tamaño.
Este desarrollo del cerebro está sometido a influencias ambientales.
Las primeras experiencias tienen un efecto permanente, y el patrimonio genético puede perderse para siempre a causa de la manipulación ambiental.
Es muy difícil de rehabilitar a las personas que entran en estos estereotipos, pero sí se puede prevenir.
Por ejemplo, si a las mujeres que dan a luz se les enseña que tienen que cuidar a los niños formándolos con profesionales y eso lo hacen, los efectos son extraordinariamente beneficiosos. Mucha gente actúa por pura ignorancia; es frecuente que cuando no se sabe porque llora un niño actúa violentamente, pegándole, zarandeándole y haciéndole daño.
Los asesinos no nacen, se hacen. Si padecen una enfermedad mental y te infligen un daño neurológico puedes llegar a convertirte en un asesino, si se dan determinadas circunstancias.
II.- El problema de la psicopatía
¿Por qué tenemos instinto depredador? Normalmente porque tenemos que luchar por la supervivencia ante la terrible realidad de unos recursos escasos.
Pero existe un ejemplo insólito y desgarrador, el del psicópata que simboliza y desata los procesos de degradación y sufrimiento para la conciencia humana.
Cientos de miles de psicópatas viven, trabaja y juegan con nosotros, y es posible que sigan su camino hacia la destrucción sin tener conciencia de ello. Y todavía más preocupante, que nadie sabe qué hacen al respecto.
Los psicópatas son grandes manipuladores y son astutos e ingeniosos.
Entre las características de los psicópatas se encuentran: la falta de empatía, la incapacidad de ponerse en lugar de otros, la falta de conciencia y de remordimiento.
Un psicópata puede entrar en tu cerebro e intentar imaginar lo que piensas, pero nunca podrá comprender cómo te sientes, concibe las personas como objetos. Con su psicópata no se puede apelar al sentido de lo bueno y de lo malo, sino a su sentido de la grandeza, de su propia importancia, suelen ser impulsivos, incapaces de plantear el futuro, irresponsables e irritables. Siempre buscan algo nuevo que les excite.
La psicopatía no es innata ni se desarrolla en la adolescencia y tiene por que ver con las familias estables o inestables. Las fuerzas normales de socialización que moldean nuestra personalidad, que nos hacen más sociables y mejores ciudadanos, no mejoran con un psicópata.
Si proviene de un entorno familiar malo, violento y proclive a degeneraciones sociales, el psicópata es aceptado, ya que es un buen aprendiz para cometer todo tipo de fechorías, sin tener cargo de conciencia.
Otra persona con capacidad que se crie en el mismo entorno puede acabar siendo un criminal profesional, y comete todo tipo de fechorías, pero al fin y al cabo tiene una cierta conciencia y puede que no se sienta bien con lo que hace.
Las personas de este tipo son muy leales a otros criminales y pueden tener una buena vida familiar; el problema es que han aprendido a realizar actividades criminales para tener lo que quieren. Los psicópatas en cambio, es como si no tuvieran que aprender a hacer esto; son así.
¿Es exclusivamente genético o del entorno?
Intervienen los dos factores. Los psicópatas obedecen a características personales como la falta de miedo o la ansiedad, el gusto por una buena vida y la tendencia a ser impulsivos.
Son individuos que no pueden ser inhibidos por el entorno de la misma manera que las personas normales.
Hay que entender que la enfermedad no aparece de repente, hasta los 18 años, aunque está larvada con anterioridad.
Los psicópatas no sienten ninguna angustia personal, ni tienen ningún problema.
La estructura del cerebro parece la misma que la de la gente normal pero su funcionamiento es diferente.
Si por ejemplo le mostramos la palabra violación, la entiende como una palabra neutra, como si se tratara de una mesa, una silla o un árbol.
Se ha descubierto que partes de su cerebro no se activan, y son las partes del cerebro emocional, cuando otras partes del cerebro relacionadas con el lenguaje están activadas.
No existen fórmulas para arreglar la falta de conciencia y empatía.
Existen datos que demuestran que su falta de empatía, sus delirios de grandeza y su escudar las emociones son características que se mantienen toda su vida.
Los seres humanos no son inherentemente buenos o malos, es que algunos son más difíciles de formar que otros, y este es el caso de los psicóticos.
Una de las dificultades de la psicopatía es la de racionalizarlo. Su perfil es diverso ya que en muchas ocasiones forman parte del equipo de gestión u otras actividades. Tiene personalidad y sin embargo solo le identifican sus víctimas.
No basta con invertir mucho dinero, el psicópata sobresaldría, se aprovecha de las personas. Podemos llegar a una utopía social perfecta y los psicópatas no desaparecerán.
III.- El subconsciente colectivo
Los seres vivos en general, y particularmente los seres humanos, descansamos según una gran pirámide de miles de generaciones, que nos han trasmitido no solo su herencia genética, sus usos y costumbres que han evolucionado desde hace cientos de miles y quizá millones de años, hasta llegar al homínido en una primera fase y en una segunda al homosapiens.
Hemos evolucionado de una manera espectacular tanto en nuestro cerebro como en las herramientas utilizadas en nuestro exocampo desde las más elementales hasta las más sofisticadas que utilizamos en el siglo XXI. ¿Hemos variado tanto?¿Somos tan distintos? La respuesta es compleja pero en lo esencial somos extraordinariamente iguales.
Nuestro cerebro está construido para sobrevivir y esta es su tarea, pero una vez conseguido este logro aspiramos a algo más. (primum vivire, deinde philosofare).
Una vez dominado nuestro entorno nos hemos dedicado a muchas otras tareas. Aunque el avance se debe fundamentalmente a lo largo de la historia, las masas humanas han adquirido reciente protagonismo. (La rebelión de las masas de Ortega, describe este fenómeno social de manera magistral).
Dado nuestro carácter tribal, nos agrupamos para defendernos y para procrear, pero a la vez, (según San Agustín somos “un ser social con instintos antisociales”) utilizamos nuestros sentimientos colectivos de una manera irracional y violenta, con gravísimos perjuicios individuales y colectivos.
Max Scheller ha descrito magistralmente los efectos de resentimiento de la envidia, no solo de manera individual, sino de manera colectiva, denominando sus efectos de una manera terrible, producimos la “dinamita psíquica”.
Si las tendencias antisociales se agrupan son demoledoras, las fobias, las reacciones, el simplismo colectivo, afectivamente hablando, nos conduce a auténticas catástrofes, y si añadimos los ingredientes de amoralidad, hedonismo desordenado, alcohol, drogas, etc., la explosividad es ilimitada.
LA ANSIEDAD
La masificación produce el estrés, el trepidante ritmo de vida, y el crecimiento demográfico (hemos pasado de los 1000 millones de habitantes en 1800, a los 6500 millones a comienzos del siglo XXI).
La ansiedad y el estrés individual y colectivo, son las grandes enfermedades psíquicas en la actualidad. Dependemos cada vez más de los psiquiatras y de los psicólogos.
La clasificación de los pacientes depresivos en la categoría de enfermos es un descubrimiento de la neurociencia.
Han tenido que transcurrir muchos años para que se pueda siquiera contemplar la posibilidad de que la degradación de la vida pueda estar relacionada con causas biológicas, genéticas y ambientales como una de las mayores amenazas de la salud del ciudadano moderno.
La depresión y el estrés, pueden conducir al crimen, pero fundamentalmente al suicidio (según las estadísticas un 1% de los suicidios se dan entre los pacientes con depresión).
La ansiedad es un recurso evolutivo que nos ayuda a reaccionar frente a un peligro o a un acto de violencia. ¿Pero por que padecemos ansiedad por actos cotidianos como experimentar un examen, buscar un empleo, o atravesar un semáforo, como si tuviéramos enfrente un ladrón o una serpiente venenosa?
Desde luego nos interesa que el cerebro sea receptivo a los estímulos del peligro, pero por otra parte, estar excesivamente preocupados por el peligro consume demasiado tiempo y energía y reduce nuestra adaptación.
Lo óptimo en un mundo habitualmente peligroso es tener un nivel moderado de ansiedad, pero no preocuparse de los peligros no es inteligente.
Pero hay que tener en cuenta que la evolución biológica es mucho más lenta que la cultural y no ha tenido tiempo de ponerse al día, con el hecho de que hoy son más peligrosos los automóviles que las armas de fuego o un aparato eléctrico, que una serpiente o una araña.
En cierto modo una de las causa de la depresión es la evaluación negativa de uno mismo.
Como la depresión en el caso de los seres humanos es en parte causa de los genes, pero las experiencias del entorno son también importantes.
Otro aspecto esencial es la relación entre la mente y el cuerpo. Uno de los mayores retos es ser capaz de pensar el sentido de nuestra vida, a la par que la base física que opera en el cambio.
Se han controlado la mayor parte de las enfermedades que proceden del exterior. En este momento el reto es controlar las que vienen de nuestro interior.
Avanzamos en las enfermedades infecciosas por lo menos en Occidente. Tenemos armas contra las enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión, las cardiovasculares, el cáncer, etc.
¿Pero qué podemos hacer contra la degradación de la vida, los síndromes nerviosos y el alzheimer? ¿Cómo aliviar estos sufrimientos?
Los avances científicos son espectaculares en estos comienzos del siglo XXI: las células madres, la nanotecnología, la farmacología, etc.
Pero nos queda pendiente un gran reto ¿Cómo acabar con los instintos antisociales del ser humano?
¿Cómo penetrar en el interior del cerebro, en nuestra emotividad, en nuestra conciencia?
La respuesta es una tarea ciclópea y me temo que se tarde mucho tiempo en encontrarla.
JESUS DORAO LANZAGORTA
SECOT BILBAO
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