viernes, 6 de febrero de 2009

La proletarización de las clases medias

En el curso de los últimos lustros, la Economía Española experimentó una bonanza sin precedentes históricos; el Producto Interior Bruto, el nivel de empleo, la expansión de las Multinacionales Españolas en los Mercados Mundiales, y consiguientemente el aumento del nivel de crecimiento, capas sociales cada vez más importantes de los trabajadores manuales, iban accediendo a las denominadas clases medias, no solo por el aumento del nivel de vida, sino por su mayor grado de especialización y formación profesional, acentuándose el fenómeno de desmanualización y descendiendo a términos relativos la denominación de peones.

El amplio abanico que alcanza a los administrativos, a los funcionarios, la tecnoestructura, las profesiones liberales, los inversores, gozaban también de este bienestar.

Los agentes económicos y sociales, se comportaron ejemplarmente, consiguiendo mediante negociaciones sucesivas, atender a los deseos de ambas partes.

Las cuotas de la Seguridad Social iban aumentando, y no solo podían hacer frente a la financiación del creciente número de pensionistas por el aumento de la esperanza de vida, sino que se creó un Fondo de Reserva para atender los déficits que pudieran existir en épocas de vacas flacas.

Precisamente, en el Ejercicio 2.008, la coyuntura internacional y consecuentemente la española, han experimentado un deterioro sin precedentes desde la gran depresión de 1.929.

Comenzaron los escándalos de las hipotecas “sub prime” en la economía de los EEUU que contaminaron todas las Instituciones Financieras, que se han visto abocadas al borde de la quiebra, solventada en última instancia por la Reserva Federal y la de los Bancos Europeos, y por las cuantiosas compras de los bonos de la OCDE.

La crisis financiera ha evolucionado hacia una crisis real hasta el extremo que ha alcanzado el nivel de recesión mundial.

La economía española no estaba preparada para semejante choque ya que padecemos de graves defectos estructurales, escasa flexibilidad en el mercado laboral, déficit comercial insostenible, escaso nivel de productividad, baja competitividad, insuficiencia en un sector clave como el de investigación, desarrollo e innovación.

Nuestra economía ha estado basado en el boom de la construcción y del automóvil y en el turismo.

Desafortunadamente el nivel de paro se encuentra a finales del 2008 en 3.200.000 desempleados, uno de los más altos en términos relativos de la OCDE, y mucho se teme de superar los 4.000.000 en los Ejercicios del 2009 y 2010, y desde luego en el presente año vamos a padecer una profunda recesión.

El paro afecta a todas las clases sociales y es demagógico proclamar que recae principalmente en las clases más débiles económicamente.

Sectores cada vez más amplios de las clases medias y los que hemos denominado sectores emergentes lo están padeciendo ya en su propia carne.

No digamos nada de las nuevas generaciones, no solo de los obreros, sino de los universitarios que no consiguen su primer empleo.

La masa de millones de inversionistas y ahorradores, han contemplado desplomes en Bolsa superiores a un 40% de media, pero algunos sectores ya han llegado al 90%.

La remuneración a la renta fija es cada vez más escasa debida al descenso de los tipos de interés.

Los propietarios de viviendas muchos de ellos hipotecados, se ven cada vez más agobiados.

El comercio y los servicios se resiente gravemente por la falta de consumo.

Los empresarios se ven acosados por la falta de demanda y por las restricciones crediticias.

Por último, también está amenazado un colectivo tan importante como el de los pensionistas y sobre todo los que están a punto de acceder a la jubilación.

Se ha anunciado la revisión del “pacto de Toledo”, para considerar que la fórmula de los 15 años, como cómputo para calcular el importe de la pensión puede trasladarse a la totalidad del periodo trabajado, con lo cual implicará rebajas en torno al 40 o 50% según los casos para las próximas promociones de jubilados.

La recomendación del citado “pacto de Toledo” fue la de aconsejar crear un Fondo de Pensiones de carácter privado para complementar las obtenidas por la Seguridad Social, pero el fiasco no ha podido ser más clamoroso. De ahí la irritación de millones de perjudicados.

Por un lado la insaciable voracidad del fisco, que exige el reembolso de una buena parte de las cantidades desgravadas en manifiesto abuso de derecho.

Pero lo más grave es el aspecto financiero, el importe del Fondo de Pensiones haya quedado reducido a menos de la mitad del dinero ahorrado, sin que la Dirección General del Seguro que ha declarado a estos productos opacos, haya adoptado medidas eficaces para evitar la catástrofe.

Se nos promete diariamente que una vez transcurrido el año 2009 y a lo sumo el 2010 volveremos a la senda de la prosperidad. ¿De verdad alcanzaremos el paraíso perdido?

Como contestaba Hamlet a Horacio ¿Qué leéis señor?: sencillamente palabras, palabras, palabras.

JESUS DORAO LANZAGORTA

SECOT BILBAO

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